lunes, 10 de noviembre de 2014

CONVERTIR EL SOL EN ENERGÍA Y DINERO


Verano, esa estación en la que el sol luce más tiempo y con más fuerza, esa época en la que las altas temperaturas marcan el día a día, esa temporada que se convierte en la favorita del año para muchos. Favorita también para aquellos que cuentan con placas solares como fuente generadora de energía. Es el momento en el que estas placas tienen mayor capacidad de captación solar y por lo tanto más energía renovable se puede almacenar.

La principal ventaja de la utilización de paneles o placas solares es que generan una energía renovable y limpia. No contribuyen a la contaminación del planeta y la vida útil de estas placas es muy larga. Sin embargo los cambios en la normativa que regula todo lo referente a energías renovables y en concreto al de las placas solares hacen que este sector deje de ser uno de los más atractivos para los inversores.
Placas solares como inversión

En 2004 el Gobierno en el poder decide fomentar el desarrollo de las energías renovables, ofreciendo rentabilidad por energía producida. Es decir, por cada kilovatio por hora generado, el Estado aportaba un porcentaje de dinero al creador de esa energía. Esto provocó que multitud de personas pensasen en las placas solares como forma de inversión ya que el Estado prometía ayudas económicas durante toda la vida útil de las placas.

Alrededor de 55.000 familias ahorradoras invirtieron en esta iniciativa. Se trataba de una inversión a largo plazo y con la que obtener unas rentabilidades altas una vez amortizado la deuda de la instalación. No solo suponían una inversión para los pequeños ahorradores, sino que inversores extranjeros también apostaron por este tipo de inversión.
Una sucesión de reformas que lo cambia todo

Sin embargo, con el objetivo de reducir el famoso “déficit de tarifa” que en 2013 superaba los 4.000 millones de euros según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (diferencia entre el coste del suministro y el precio de la electricidad) el Gobierno puso en marcha una sucesión de decretos leyes con los que restringir y recortar las ayudas a las energías renovables.

Impuesto de un 7% sobre la creación de electricidad, congelación del IPC, reducción de ganancias a la mitad debido a un cambio en la forma de retribución… han sido algunas de las medidas instauradas desde 2012, pero una de las medidas más protestadas por todo el sector fotovoltaico es las que se plantean en la ley 24/2013. En esta normativa, se penaliza la creación de energía y el autoconsumo de ésta. Esta nueva reforma implica un aumento en la factura de los autoconsumidores ya que se considera que deben soportar los costes y servicios por la energía que consuman, siempre y cuando la instalación de generar y consumir la energía esté conectada al sistema eléctrico de manera total o parcial.

Ya no solo los márgenes de beneficio se redujeron sino que además los gastos aumentan. Desde la Unión Española Fotovoltaica (UNEF) opinan que estas reformas provocan que sea más caro generar energía y el autoconsumo que contratar un suministro convencional limitando el ahorro de los usuarios.

Apostar por un consumo de energías limpias y renovables siempre es una buena elección, pero hay que tener en cuenta que este tipo de inversión como cualquier otra conlleva unos riesgos que hay que asumir.



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