lunes, 15 de diciembre de 2014

'TENEMOS QUE PASAR A LA ACCIÓN Y APOSTAR POR EL AUTOCONSUMO'


Empecemos por el principio: ¿Qué son las smart grids? Son la confluencia de las redes de electricidad y telecomunicaciones para ofrecer una infraestructura preparada para la gestión activa de la demanda de electricidad y la generación distribuida de energía, garantizando la seguridad de suministro y a un coste menor. 


La concreción tecnológica depende mucho del nivel de tensión. Es diferente si hablamos de transporte a muy alta tensión o de soluciones a baja tensión. Sin embargo, como denominador común tenemos la incorporación masiva de las tecnologías de la información y la comunicación, las TIC, tanto en cuanto a los sensores, aspectos físicos de transporte de información (fibra, satélite), almacenamiento de datos (big data), analítica (data Mining), como en la capa de servicios hacia los diferentes perfiles de usuarios (operadores técnicos, empresas de servicios, ciudadanos, ...).

 Póngame ejemplos de aquí, del territorio A nivel de alta tensión, Red Eléctrica de España (REE) tiene un centro de gestión de energías renovables, el CECRE, muy importante y de reconocido prestigio. Permite que en España se pueda disponer de un alto nivel de penetración de energías renovables, a pesar de tener niveles muy bajos de interconexión internacional y, por tanto, comportándose casi como una isla eléctrica.

 A nivel de distribución, Estabanell Energia, una empresa catalana muy innovadora está implementando una microrred rural en Vallfogona del Ripollés en el marco del proyecto europeo Smart Rural Grid.

 En el nivel de suministro de energía en baja tensión, otra empresa centenaria, Electra Caldense, está aprovechando la implementación de contadores digitales en los hogares de Caldes de Montbui para dar un servicio avanzado de eficiencia energética basado en análisis de datos y una multiplataforma web y APP por el ciudadano desarrollado por la empresa catalana Enerbyte.

 Otro ejemplo de confluencia de servicios sería el trabajo de la empresa municipal Electradistribució Centelles que además de ofrecer el suministro eléctrico ofrece fibra óptica a todos los hogares del municipio de Osona. 

Supongo que fuera ya van por delante con este tipo de Redes verdad? Los Estados Unidos va muy por delante, en parte porque dispone de una industria de telecomunicaciones muy importante y porque desde el Gobierno de Obama se aprobó una ley para desarrollar el Smart Electricity Grid Plan, que pretende modernizar todo el sistema eléctrico del país.

 En Europa, los países más comprometidos con la descarbonización de la economía, como Dinamarca o Alemania, están dando los pasos adecuados. La regulación es un elemento fundamental para catalizar la incorporación de las tecnologías smart grid. Como contraste, desgraciadamente, es importante decir que en España no sólo no avanza, sino que vamos atrás. 

Entiendo que se refiere a la reforma eléctrica española. Aunque imagino la respuesta, ¿un año después de su aprobación, como les ha afectado? A corto plazo lo ha parado todo, ha hecho mucho daño a empresas del sector y ha paralizado inversiones de mejora en muchas explotaciones agrarias e industrias agroalimentarias, lo que repercute en su competitividad. Un ejemplo claro es la cogeneración. Además, muchos pequeños inversores en tecnología fotovoltaica que habían confiado en la palabra del Estado en el BOE han visto reducida su retribución generando situaciones muy críticas como, por ejemplo, ejecutando préstamos hipotecarios o perdiendo los activos de generación.

Pero lo peor está por venir, ya que estamos perdiendo unos años necesarios para modernizar las redes eléctricas y de telecomunicaciones para preparar la transición energética. Cuando el precio del petróleo acentúe la necesidad del cambio y queramos dar el paso hacia una mayor penetración de energías renovables y una mejor operación de la distribución eléctrica, echaremos de menos el trabajo que ahora no estamos haciendo. 

Todo ello hace que cuando te mueves internacionalmente y te preguntan por la situación en el Estado, te sientes como el hazmerreír y te das cuenta que ya no es posible reformar la Ley estatal. Debemos hacer nuestro camino y decidir qué modelo energético queremos. Esto incluye hacer un estudio de legislación comparada y aprender de buenas prácticas que hoy en día ya existen a nuestro alrededor. Por poner dos ejemplos: autoconsumo de energía en régimen de balance neto y uso transparente de los datos de los contadores digitales por parte de los ciudadanos.

 Ustedes insisten en que el medio rural es fundamental en la transición energética. ¿Pero cuál será su papel real en una población cada vez más urbanita? La transición tiene una dirección clara: la descarbonización de la economía. Es decir, reducir en lo posible la dependencia de las importaciones de los combustibles fósiles. Y para alcanzar este objetivo la producción de energía con recursos renovables es fundamental. Y este recurso autóctono y renovable está en el territorio, depende de la superficie, o volumen, que podamos dedicar a captarlo. Por eso el medio rural tiene un papel prioritario. 

¿Por qué han querido ligar Las Rural Smarts Grids, en este tercer congreso, con las Smart Cities? Tenemos muy claro que 'no hay smart city sin smart rural'. Hay una visión de país que integre el entorno urbano y rural en clave de colaboración y sinergia. Y para hacerlo posible hay que crear espacios de contacto y conocimiento mutuo. Este año ha sido la primera edición que hemos hecho coincidir el Smart Rural con el Smart City. Esperamos que la experiencia se repita y podamos seguir aprendiendo unos de otros.

 ¿Y cuáles serían las principales conclusiones de esta tercera edición del Congreso? Si tuviera que elegir una es, sin duda, la urgencia de una transición energética especialmente en Cataluña, por la debilidad que representa tener una factura de importación de combustibles fósiles anual tan alta. 

Una segunda conclusión es que esta transición implica un papel específico y protagonista en el medio rural, papel que hay que saber integrar con la dinámica social y económica actual para obtener una oportunidad. Y, por último, que si bien la transición energética tiene unos retos tecnológicos a partir de la confluencia de la energía y las telecomunicaciones, tiene también unas barreras no técnicas, como aceptación social, modelos de negocio y aspectos legales y de regulación que son primordiales para su implementación. 

¿Así pues, en Cataluña hay que darse más prisa en hacer esta transición? Cuando hablamos de transición energética debemos considerar la variable de cada territorio o región. Así en Cataluña estamos en una posición crítica porque estamos dedicando un porcentaje de casi el 5% del PIB a pagar la factura energética de importación de combustibles fósiles y eso no es asumible por ningún estado. Es insostenible a corto y medio plazo, incluso con precios por debajo de los 100 dólares el barril, como parece que tendremos durante los próximos meses.

 No tenemos recursos fósiles ni podemos incidir en el precio del barril de petróleo, somos totalmente dependientes de terceros países y eso sí que es pérdida de soberanía en mayúscula. Por tanto, en nuestro caso no veo más salida que un gran pacto entre todos los agentes sociales, económicos y políticos que priorice la descarbonización de la energía en un horizonte relativamente corto. 

El año pasado, en Lleida, en el segundo congreso Rural Smart Grids, ya reclamasteis a las instituciones que faciliten el emprendimiento en energía verde en el mundo rural. ¿Después de un año, esto se ha dado de alguna manera? Desgraciadamente, este último año no hemos detectado ningún incremento significativo de nuevos proyectos sociales y económicos que den respuesta a las necesidades actuales y futuras. La eficiencia energética se impone por el ahorro económico que supone. 

Estamos en un momento en el que más que reclamar apoyo específico, sería suficiente que se clarificara la regulación que afecta a las energías renovables, como el autoconsumo de energía, que permitiría a muchas explotaciones, industrias agroalimentarias y negocios en el territorio reducir sus costes energéticos sin necesidad de ayuda externa ni subvención.

 ¿Están los ayuntamientos implicados? Es difícil dar una respuesta única. Los hay que más y que menos. De todas formas creo que la transición que puede representar las smart grid necesita del compromiso y liderazgo de los ayuntamientos y municipios, pero también de una visión integradora supramunicipal a nivel de planificación y gestión. 

¿Hay resistencia a descentralizar en el mundo empresarial? La transición de modelo energético lleva implícito cambiar los modelos de negocio tradicionales del sector eléctrico y ofrece nuevas oportunidades de negocio que permiten ofrecer nuevos servicios y productos. Sin embargo, es un sector con una gran inercia y no será rápido cambiarlo. Por lo tanto están conviviendo actualmente empresas tradicionales que no tienen ninguna voluntad de cambiar, otras que, a pesar de ser de las 'grandes', muestran cierta apertura hacia nuevos servicios (como E.ON que se ha convertido recientemente en la primera gran empresa que ha cambiado hacia un modelo renovable) y, sobre todo, una eclosión de muchísimas pequeñas empresas, bajo diferentes modelos de organización (cooperativas, start ups, ...) que innovan con rapidez y pueden realmente ser disruptivas.

 Sin embargo, al tratarse de un sector altamente regulado, muchas oportunidades quedan bloqueadas por cuestiones legislativas. Por ejemplo, si los datos de los contadores estuvieran disponibles, seguro que habría muchas empresas que ofrecerían servicios de eficiencia sobre esta capa de información. Otro ejemplo es el autoconsumo de energía, que podría permitir una diversificación de empresas pequeñas y medianas muy arraigadas en el territorio y cercanas a los ciudadanos.

 ¿Hablas de disrupción, en el sentido de presión para mover las cosas? No exactamente. La "presión" más bien la debe ejercer la sociedad. Las propuestas disruptivas son aquellas que sobrepasan el marco actual de manera rápida, normalmente con un componente tecnológico muy alto (como podría ser el almacenamiento de energía) combinado con una propuesta clara y atractiva para el ciudadano. De repente, las cosas pueden hacerse de una manera diferente y los agentes que hasta ahora eran imprescindibles, pueden dejar de serlo. 

De lo que estoy seguro es de que veremos grandes cambios, grandes empresas caerán y otros que hoy apenas conocemos serán habituales. Una muestra de ello es que el modelo empresarial fósil necesita cada vez más apoyo de los estados para perpetuarse. Lo hemos visto estos días en diferentes ejemplos. La indemnización por el proyecto de almacenamiento de gas Castor, la subvención al carbón, la protección del ejército a las prospecciones petrolíferas en Canarias, el bloqueo legal del autoconsumo, entre otros, son muestras de que el Estado no sólo no favorece la transición sino que pone toda su potencia legal, económica y militar en el mantenimiento del modelo fósil. Y eso es señal de que nos acercamos a un cambio estructural.

 Entonces, con resistencia de algunos poderes públicos y empresariales ... ¿Cómo haremos la transición hacia un nuevo sistema energético? ¿Está todo en manos de las iniciativas ciudadanas? La transición debe servir para recuperar cuotas de poder para la sociedad que hemos ido cediendo hacia empresas privadas alejadas de los intereses del país y de los ciudadanos. Y por tanto, no sólo se trata de cambiar el modelo desde un punto de vista tecnológico (energías renovables, ...), sino también del control del sistema y del proceso de toma de decisiones. Con este objetivo, efectivamente creo que la iniciativa ciudadana tiene un papel fundamental y necesario, pero no suficiente. 

El debate sobre el modelo energético tiene unas limitaciones y condicionantes técnicos que no podemos obviar. Es necesario, por tanto, un proceso inclusivo de participación de la población y todos los agentes afectados por la decisión que tomemos respecto el modelo energético, con el conocimiento técnico y científico. 

Aquí también nos toca ser creativos y no esperar a que nadie nos dé las recetas. Es un reto importante e implica y nos obliga a asumir un nivel de compromiso y madurez democrática muy alto.

 ¿Y tenemos margen de actuación realmente tal y como está la legislación? Como ciudadanos no debemos dejarnos intimidar con borradores de regulación del autoconsumo con potenciales multas millonarias. Tenemos que pasar a la acción y apostar por el autoconsumo. 

El otro día, en mi pueblo, Molins de Rei, hacía una reflexión a unos vecinos del barrio de La Granja que en lugar de gas natural tienen un sistema de calefacción del barrio con biomasa: 'Vosotros no pagareis el Castor!' Esto es muy potente. A pesar de que sería razonable y conveniente técnicamente mantenerse interconectado con el sistema para poder compartir recursos y tener mayor flexibilidad, lo que está claro es que si nos van cerrando todas las opciones y nos apretando como lo están haciendo, al final la opción desconectar barrios y pueblos comenzará a plantearse abiertamente.

 Quizás también tendremos que empezar a cambiar realmente los hábitos de consumo, ¿verdad? La transición de modelo no sólo tiene reticencias de las empresas tradicionales del sector. A menudo me pregunto si los propios ciudadanos estamos dispuestos a renunciar a ciertos 'privilegios fósiles'. Podríamos decir que vamos mal, pero cómodos 'y no somos ni siquiera conscientes de como estamos de enganchados a los combustibles fósiles. No se trata sólo de la electricidad de casa, sino de una visión global que incluye la cadena agroalimentaria, la adquisición de productos y servicios (como la ropa, electrodomésticos, etc.), ocio, movilidad ... Lo que se requiere es algo más que cambio de hábitos.

 Estamos asistiendo, algo perplejos a lo de la pobreza energética. Algunos ayuntamientos ya están trabajando, miles de ciudadanos han comenzado a manifestarse, ocupando empresas energéticas para llamar la atención sobre este tema. ¿Cree que estamos en un momento de fractura social en este ámbito?

 Todo lo que hemos ido hablando nos lleva a concluir, efectivamente, que el riesgo que afrontamos es una fractura social en nuestra sociedad entre aquellos que tendrán acceso a un uso de energía como ahora, y los que, por un motivo de coste, no. La pobreza energética está emergiendo como un problema social en los últimos años, pero sólo es la punta del iceberg.

 La paradoja social es que en términos globales de planeta, nosotros hemos sido hasta ahora los 'ricos energéticos' y creo que no hemos sido ni lo suficientemente conscientes ni consecuentes. Con la aproximación a los límites de los recursos, el problema del acceso a la energía se traslada al seno de nuestras sociedades occidentales, con el agravante de que nos hemos adaptado a un consumo ilimitado del que somos tremendamente dependientes.

 ¿Cómo pueden las Rural Smart Grids contribuir a solucionar este tema grave de la pobreza energética? Vivir en la ciudad tiene muchas ventajas, pero también nos hace más dependientes de suministros externos como la energía o la alimentación. En el territorio, nuestra proximidad al recurso renovable y al suelo da la posibilidad de mayores niveles de autonomía. El reto es ver el conjunto del territorio como una solución de continuidad, donde las zonas urbanas y rurales lleguen a un pacto de colaboración que repercuta en beneficios para ambos. 

Avanzar hacia un incremento de producción con energías renovables implica utilizar mucha superficie, es decir, aprovechar las áreas rurales para proveer energía en el país. Otra contribución del territorio es modernizarse con infraestructuras adecuadas que aporten calidad de suministro en energía y telecomunicaciones de manera que puedan captar actividad de empresas de baja intensidad energética y población. En cualquier caso, hay que hacerse de abajo a arriba, no imponiendo modelos.

 Usted ha dicho alguna vez: 'El recurso energético que explotamos nos determina el modelo socioeconómico, y no a la inversa". ¿Quiere decir que ahora mismo estamos focalizando e invirtiendo esfuerzos en caminos equivocados para solucionar la crisis económica? Haciendo un análisis histórico de la sucesión de recursos energéticos, uno se da cuenta que el recurso y la tecnología correspondiente siempre ha precedido el cambio de modelo social. La revolución industrial no 'se inventó' la máquina de vapor, sino que fue consecuencia. Además, esta sucesión siempre ha implicado un incremento de potencia disponible de manera que se ha podido hacer más en menos tiempo. Estos ciclos se han realimentado a partir del acceso a la financiación que ha posibilitado la inversión en activos productivos, generando períodos de expansión socioeconómica sin precedentes. Pensamos, por ejemplo, en el impacto del tractor en la agricultura. 

Ahora, por primera vez, el recurso al que debemos transitar no permite acelerar el ritmo. De lo contrario, ya habríamos pasado a la solar. Incluso al contrario, nos marca un límite donde sencillamente nos debemos circunscribir. Que esta adaptación sea traumática o progresiva es el reto que tenemos hoy y aquí. De aquí nace la propuesta de transición energética que tiene el principal escollo en la transición de potencia.

Fuente Original: http://www.ecoticias.com/ Texto extraído de la pagina http://www.ecoticias.com/energias-renovables/98224/noticias-medio-ambiente-medioambiente-medioambiental-ambiental-definicion-contaminacion-cambio-climatico-calentamiento-global-ecologia-ecosistema-impacto-politica-gestion-legislacion-educacion-responsabilidad-tecnico-sostenible-obama-greenpeace-co2-naciones-unidas-ingenieria-salud-kioto-copenhague-mexico
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